Pienso, en una forma de transmitir una agradable sensación, de un orden de… ganas de trabajar, ganas de aprender, de estudiar, de vivir cada instante en los recintos escolares, quiero que haya luminosidad en la biblioteca, que queden ganas de regresar a leer, de escuchar música de observar las partituras, ánimos de sentir el conocimiento en las manos y en sus oídos.
Imagino los jardines, en donde puedas sentarte a ensayar al aire libre, a comer una manzana bajo un árbol, en donde sentir el aire en tus mejillas y les dé un respiro para continuar.
Y al regresar a un cubículo ver desde esa pequeña ventana una inspiración, un paisaje horizontal, donde no exista ni la cercanía ni la infinidad de las montañas que haya más que solo eso... y a través de sentir la música el agua vivre y se sienta feliz de escuchar la melodía de la vida.
Y no solo el agua de un espejo, ni la que juega el va y ven de la lluvia, si no el agua en el lejano mar de nuestras costas, el agua de los ríos que cruzan las tierras de la cañada, el río que viaja entre la sierra norte, los ojos de agua en el istmo.. pero sobre todo que el eco de nuestra música llegue más allá de los océanos, y mas allá de los glaciares, que llegue a todo el planeta hasta el abismo a cientos de kilómetros de la playa.
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